La Poesía y la Música en asociación fértil ha dejado huellas profundas que perduran. Son los sustentos de la nacionalidad y el mejor legado a la posteridad. Dedicar una aula para hacer oír el poema musicalizado y hacer una exposición sobre la historia que relata, biografía del poeta y del músico y algún detalle más.
Letra: Abel Romeo Castillo
Música: Nicasio Safadi
Guayaquileña bonita, palomita cuculí,
fragancia de los frutales, granito de ajonjolí,
carnecita de canela, blancor de coco al reir,
pelo de noche sin luna, mirada oscura de añil,
no me mires de ese modo, porque me voy a morir.
La lluvia va improvisando, cortinas de agua sin fin
y las calles enlodadas, visten un oscuro gris,
los grillos quieren cantar a lo Ibañez-Safadi
y en las esquinas los pacos, fautean su piulí,
se está cebando el invierno con el pobre Guayaquil.
La niña guayaquileña, suavidad de caniquí,
pabilo que se consume, se está muriendo de esplín;
no te mueras, morenita, sin antes quererme a mi,
sin que me digan tus labios, palabritas de canguil,
sin recostarte en mi pecho y dormirte de perfil.
Cuando las calles se queden, negras pum como el hollín,
guácharas de todo ruido, tristes como un amorfín,
yo me apearé de la noche y me llegaré hasta tí,
para cantarte al,oido, esto que deseas oir
me quiero casar contigo, pedazo de serafín.
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